ES/BG 7.15

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Его Божественная Милость А.Ч. Бхактиведанта Свами Прабхупада


TEXTO 15

na māṁ duṣkṛtino mūḍhāḥ
prapadyante narādhamāḥ
māyayāpahṛta-jñānā
āsuraṁ bhāvam āśritāḥ

PALABRA POR PALABRA

na — no; mām — a Mí; duṣkṛtinaḥ — herejes; mūḍhāḥ — necios; prapadyante — se entregan; nara-adhamāḥ — lo más bajo de la humanidad; māyayā — por la energía ilusoria; apahṛta — robado; jñānāḥ — cuyo conocimiento; āsuram — demoníaco; bhāvam — naturaleza; āśritāḥ — aceptando.

TRADUCCIÓN

Esos herejes que son sumamente necios, que son lo más bajo de la humanidad, a quienes la ilusión les ha robado el conocimiento y que participan de la naturaleza atea de los demonios, no se entregan a Mí.

SIGNIFICADO

En el Bhagavad-gītā se dice que, por el simple hecho de uno entregarse a los pies de loto de Kṛṣṇa, la Personalidad Suprema, se pueden superar las estrictas leyes de la naturaleza material. En este momento surge una pregunta: ¿Cómo es posible que los educados filósofos, científicos, hombres de negocios, administradores y todos los líderes de los hombres ordinarios, no se entreguen a los pies de loto de Sri Kṛṣṇa, la todopoderosa Personalidad de Dios? Mukti, o el liberarse de las leyes de la naturaleza material, es algo que los líderes de la humanidad buscan de diferentes maneras y con grandes planes y perseverancia, durante una gran cantidad de años y nacimientos. Pero si esa liberación se puede lograr por el simple hecho de entregarse a los pies de loto de la Suprema Personalidad de Dios, entonces ¿por qué esos líderes inteligentes y muy trabajadores no adoptan ese sencillo método?

El Gītā responde esa pregunta muy francamente. Aquellos líderes de la sociedad que verdaderamente son eruditos, tales como Brahmā, Śiva, Kapila, los Kumāras, Manu, Vyāsa, Devala, Asita, Janaka, Prahlāda, Bali y, posteriormente, Madhvācārya, Rāmānujācārya, Śrī Caitanya y muchos otros —que son fieles filósofos, políticos, educadores, científicos, etc.—, se entregan a los pies de loto de la Persona Suprema, la autoridad todopoderosa. Aquellos que de hecho no son filósofos, científicos, educadores, administradores, etc., sino que se hacen pasar por tales en aras de un beneficio material, no aceptan el plan o el sendero del Señor Supremo. Ellos no tienen ni idea de Dios; ellos simplemente elaboran sus propios planes mundanos, y, en consecuencia, complican los problemas de la existencia material con sus vanos intentos de resolverlos. Como la energía material (la naturaleza) es muy poderosa, puede resistirse a los planes desautorizados de los ateos y confundir el conocimiento de las “comisiones de planeamiento”.

Los ateos planificadores se describen aquí con la palabra duṣkṛtinaḥ o “herejes”. Kṛtī significa “aquel que ha realizado una labor meritoria”. El planificador ateo también es a veces muy inteligente y meritorio, ya que cualquier plan gigantesco, bueno o malo, requiere de inteligencia para su ejecución. Pero como la inteligencia del ateo se utiliza indebidamente para contrariar el plan del Señor Supremo, el planificador ateo es llamado duṣkṛtī, lo cual indica que su inteligencia y sus esfuerzos están mal dirigidos.

En el Gītā se menciona claramente que la energía material actúa por completo bajo la dirección del Señor Supremo. Ella no tiene una autoridad independiente. Ella actúa como la sombra, la cual se mueve siguiendo los movimientos del objeto que la produce. Pero, aun así, la energía material es muy poderosa, y el ateo, debido a su temperamento impío, no puede saber cómo funciona dicha energía; y él tampoco puede conocer el plan del Señor Supremo. Bajo la influencia de la ilusión y de las modalidades de la pasión y la ignorancia, todos sus planes se ven frustrados, tal como en el caso de Hiraṇyakaśipu y Rāvaṇa, cuyos planes fueron reducidos a polvo, aunque desde el punto de vista material ambos eran entendidos como científicos, filósofos, administradores y educadores. Estos duṣkṛtinas, o herejes, son de cuatro tipos diferentes, como se describe a continuación.

(1) Los mūḍhas son aquellos que son sumamente necios, como las muy trabajadoras bestias de carga. Ellos quieren disfrutar por sí solos de los frutos de su labor, y, en consecuencia, no quieren gastarlos en el Supremo. El típico ejemplo de la bestia de carga es el asno. El amo de esta humilde bestia la hace trabajar mucho. El asno no sabe en realidad para quién trabaja tanto día y noche. A él lo satisface el hecho de llenarse el estómago con un poco de heno, dormir un rato con el temor de ser golpeado por su amo, y complacer su apetito sexual a riesgo de ser pateado repetidamente por el sexo opuesto. A veces, el asno recita poesía y habla de filosofía, pero sus rebuznos sólo molestan a los demás. Ésa es la posición del necio trabajador fruitivo, que no sabe para quién debe trabajar. Él no sabe que el karma (la acción ) es para el yajña (el sacrificio).

Aquellos que trabajan mucho día y noche para disipar la carga de deberes que ellos mismos se han creado, muy a menudo dicen que no tienen tiempo para oír hablar de la inmortalidad del ser viviente. Para semejantes mūḍhas, las ganancias materiales, que son destructibles, lo son todo en la vida, pese al hecho de que ellos mismos disfrutan únicamente de una muy pequeña fracción del fruto del trabajo. A veces, en aras de la ganancia fruitiva, esos mūḍhas pasan días y noches sin dormir, y aunque puede que tengan úlceras o indigestión, se satisfacen con muy poca comida; ellos simplemente están absortos en trabajar duro día y noche por el beneficio de amos ilusorios. Ignorantes de su verdadero amo, los necios trabajadores pierden su valioso tiempo sirviendo a la codicia. Desgraciadamente, ellos nunca se entregan al supremo amo de todos los amos, ni tampoco se toman el tiempo de oír a las fuentes idóneas hablar de Él. Al puerco que come excremento no le interesa comer dulces hechos de azúcar y ghī. De igual modo, el trabajador necio continuará oyendo incansablemente las noticias que complacen los sentidos y que tratan del vacilante mundo terrenal, pero tendrá muy poco tiempo para oír hablar de la eterna fuerza viviente que mueve al mundo material.

(2) Otra clase de duṣkṛtī, o hereje, recibe el nombre de narādhama, o lo más bajo de la humanidad. Nara significa “ser humano” y adhama significa “el más bajo de todos”. De las 8.400.000 diferentes especies de seres vivos, hay 400.000 especies humanas. Entre éstas, hay numerosas formas inferiores de vida humana que son en su mayor parte incivilizadas. Los seres humanos civilizados son aquellos que tienen principios regulados de vida social, política y religiosa. Aquellos que están desarrollados social y políticamente pero que no tienen principios religiosos, se debe considerar que son narādhamas. Y religión sin Dios tampoco es religión, porque el propósito de seguir principios religiosos es el de conocer a la Verdad Suprema y la relación que el hombre tiene con Él*. En el Gītā, la Personalidad de Dios afirma claramente que no hay ninguna autoridad por encima de Él, y que Él es la Verdad Suprema. La forma civilizada de la vida humana es para que el hombre reviva la perdida conciencia de la relación eterna que tiene con la Verdad Suprema, la Personalidad de Dios Śrī Kṛṣṇa, quien es todopoderoso. Todo aquel que pierde esta oportunidad es clasificado como narādhama. Las Escrituras reveladas nos informan que, cuando la criatura se halla en el vientre de la madre (una situación extremadamente incómoda), le ora a Dios pidiéndole ser liberada, y promete adorarlo sólo a Él en cuanto salga. Orarle a Dios cuando se está en dificultades es un instinto natural de todo ser viviente, porque eternamente está relacionado con Dios. Pero después de ser liberado, el niño olvida las dificultades del nacimiento y olvida también al que lo liberó, ya que se encuentra influido por māyā, la energía ilusoria.

Los tutores de los niños tienen el deber de revivir la conciencia divina que éstos llevan latente. Los diez tipos de ceremonias reformatorias, tal como se estipulan en el Manu-smṛti, que es la guía de los principios religiosos, son para revivir el estado de conciencia de Dios en el ámbito del sistema varṇāśrama. Sin embargo, hoy en día no se sigue estrictamente ningún proceso en ninguna parte del mundo, y, por lo tanto, el 99,9 por ciento de la población es narādhama.

Cuando toda la población se vuelve narādhama, naturalmente toda su supuesta educación queda nula y sin efecto por obra de la todopoderosa energía de la naturaleza física. De acuerdo con la pauta del Gītā, un hombre erudito es aquel que ve con igualdad de ánimo al erudito brāhmaṇa, al perro, a la vaca, al elefante y al comeperros. Ésa es la visión de un verdadero devoto. Śrī Nityānanda Prabhu, quien es la encarnación de Dios como maestro divino, liberó a los narādhamas típicos, los hermanos Jagāi y Mādhāi, y enseñó cómo el verdadero devoto le confiere su misericordia a los más bajos de los hombres. De modo que, el narādhama, a quien la Personalidad de Dios condena, puede revivir de nuevo su conciencia espiritual, únicamente por la misericordia de un devoto.

Śrī Caitanya Mahāprabhu, al propagar el bhāgavata-dharma, o las actividades de los devotos, ha recomendado que la gente oiga de manera sumisa el mensaje de la Personalidad de Dios. La esencia de ese mensaje es el Bhagavad-gītā. Los más bajos de los seres humanos pueden ser liberados sólo por medio de ese sumiso proceso de oír, pero, desgraciadamente, ellos rehúsan incluso prestar oídos a esos mensajes, y ni qué hablar de entregarse a la voluntad del Señor Supremo. Los narādhamas, o los más bajos de los hombres, desdeñarán por completo el deber fundamental del ser humano.

(3) La siguiente clase de duṣkṛtī se denomina māyayāpahṛta-jñānaḥ, o aquellas personas cuya erudición ha sido anulada por la influencia de la ilusoria energía material. Ellos son en su mayoría sujetos muy instruidos —grandes filósofos, poetas, literatos, científicos, etc.—, pero la energía ilusoria los desencamina, a raíz de lo cual desobedecen al Señor Supremo.

En la actualidad hay un gran número de māyayāpahṛta-jñānāḥ, incluso entre los estudiosos del Bhagavad-gītā. En el Gītā, en un lenguaje sencillo y claro, se afirma que Śrī Kṛṣṇa es la Suprema Personalidad de Dios. No hay nadie que sea igual o superior a Él. A Él se lo menciona como padre de Brahmā, el padre original de todos los seres humanos. En verdad, se dice que Śrī Kṛṣṇa no sólo es el padre de Brahmā, sino también el padre de todas las especies de vida. Él es la raíz del Brahman impersonal y de Paramātmā; la Superalma que se halla en cada entidad viviente es Su porción plenaria. Él es la fuente de todo, y a todo el mundo se le aconseja entregarse a Sus pies de loto. Pese a todas estas claras afirmaciones, los māyayāpahṛta-jñānāḥ se burlan de la personalidad del Señor Supremo y consideran que Él es meramente otro ser humano. Ellos no saben que la bienaventurada forma de la vida humana se diseña a imagen y semejanza del eterno y trascendental aspecto del Señor Supremo.

Todas las desautorizadas interpretaciones que del Gītā hace la clase de māyayāpahṛta-jñānāḥ fuera de la jurisdicción del sistema paramparā, no son más que obstáculos en el sendero de la comprensión espiritual. Los engañados intérpretes no se rinden a los pies de loto de Śrī Kṛṣṇa, ni tampoco les enseñan a los demás a seguir ese principio.

(4) La última clase de duṣkṛtī se denomina āsuraṁ bhāvam āśritāḥ, o aquellos que tienen principios demoníacos. Esa clase es abiertamente atea. Algunos de ellos arguyen que el Señor Supremo jamás puede descender a este mundo material, pero son incapaces de dar alguna razón tangible de por qué no puede hacerlo. Hay otros que lo subordinan al aspecto impersonal, aunque en el Gītā se declara justamente lo opuesto. Por la envidia que le tiene a la Suprema Personalidad de Dios, el ateo presentará numerosas encarnaciones ilícitas creadas en la fábrica de su cerebro. Esas personas, cuyo principio fundamental en la vida es el de criticar a la Personalidad de Dios, no pueden entregarse a los pies de loto de Śrī Kṛṣṇa.

Śrī Yāmunācārya Albandaru, del Sur de la India, dijo: “¡Oh, Señor mío!, las personas que están envueltas en los principios ateos no te pueden conocer, pese a Tus cualidades, aspectos y actividades poco comunes, pese a que Tu personalidad la confirman todas las Escrituras reveladas que se hallan en el plano de la cualidad de la bondad, y pese a que a Ti te reconocen las famosas autoridades que son célebres por la profundidad de su conocimiento acerca de la ciencia trascendental, y que están situadas en el plano de las cualidades divinas”.

Por consiguiente, (1) las personas sumamente necias, (2) los más bajos de los hombres, (3) los engañados especuladores y (4) los ateos profesos, tal como se mencionó antes, nunca se entregan a los pies de loto de la Personalidad de Dios, a pesar de todas las recomendaciones de las Escrituras y de las autoridades.