ES/SB 4.22.45


Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


TEXTO 45

sainā-patyaṁ ca rājyaṁ ca
daṇḍa-netṛtvam eva ca
sarva lokādhipatyaṁ ca
veda-śāstra-vid arhati


PALABRA POR PALABRA

sainā-patyam—puesto de comandante en jefe; ca—y; rājyam—puesto de gobernante del reino; ca—y; daṇḍa—gobernar; netṛtvam—liderazgo; eva—ciertamente; ca—y; sarva—todos; loka-adhipatyam—propiedad del planeta; ca—y; veda-śāstra-vit—el que conoce el significado de las Escrituras védicas; arhati—merece.


TRADUCCIÓN

Pṛthu Mahārāja lo ofreció todo a los Kumāras, porque solo una persona perfectamente educada conforme a los principios del conocimiento védico merece ser el comandante en jefe, el dirigente supremo del estado, el primero en castigar y el propietario de todo el planeta.


SIGNIFICADO

En este verso se afirma con toda claridad que un reino, estado o imperio se debe gobernar siguiendo las instrucciones de brāhmaṇas y personas santas como los Kumāras. De hecho, cuando la monarquía abarcaba todo el mundo, el rey gobernaba dirigido por un equipo de brāhmaṇas y personas santas. En su papel de administrador del estado, el rey ejecutaba sus deberes actuando como sirviente de los brāhmaṇas. El rey y los brāhmaṇas no eran dictadores, ni se consideraban propietarios del estado. Los reyes también estaban bien versados en las Escrituras védicas, de modo que conocían perfectamente el mandamiento del Śrī Īśopaniṣad: īśāvāsyam idaṁ sarvam: Todo lo que existe pertenece a la Suprema Personalidad de Dios. En el Bhagavad-gītā, el Señor Kṛṣṇa también proclama que Él es el propietario de todos los sistemas planetarios (sarva-loka-maheśvaram). Siendo esto así, nadie puede pretender que es el propietario del estado. El rey, presidente o jefe de estado siempre debe recordar que no es el propietario, sino el sirviente.

Los gobiernos comunistas actuales siguen la teoría del comunismo dialéctico de Karl Marx, pero esa teoría no es perfecta. Según el comunismo védico, en un estado nadie debe pasar hambre. En la actualidad hay muchas instituciones engañosas que organizan colectas públicas para alimentar a la gente que pasa hambre, pero los fondos colectados, invariablemente, acaban siendo mal empleados. Según las instrucciones de los Vedas, el gobierno debe disponer las cosas de tal manera que el problema del hambre ni si quiera se plantee. En el Śrīmad-Bhāgavatam se afirma que los casados deben velar porque ni siquiera los lagartos y serpientes pasen hambre. A ellos también hay que darles de comer. Sin embargo, en realidad el problema del hambre no tiene sentido, puesto que todo es propiedad del Señor Supremo, quien vela por que haya alimentos más que suficientes para todos. En los Vedas (Kaṭha Up. 2.2.13), se dice: eko bahūnāṁ yo vidadhāti kāmān: el Señor Supremo provee a todos de todo lo que necesitan para vivir, y el hambre no tiene razón de ser. Si alguien pasa hambre, se debe a la mala administración de los supuestos gobernantes, dirigentes o presidentes.

Por lo tanto, queda claro que las personas que no están bien versadas en los mandamientos védicos (veda-śāstra-vit) no son candidatos validos para su elección como presidentes, gobernadores, etc. En el pasado, los reyes eran rājarṣis, es decir, además de cumplir con su servicio como reyes, también eran santos, pues no desobedecían ningún mandamiento de las Escrituras védicas y gobernaban siguiendo las directrices de grandes personas santas y brāhmaṇas. Según ese sistema, todos los actuales presidentes, gobernantes y altos funcionarios ejecutivos, son indignos de sus puestos, pues no están versados en el conocimiento administrativo de los Vedas y no siguen las directrices de las grandes personas santas y de los brāhmaṇas. Debido a su desobediencia de las órdenes de los Vedas y de los brāhmaṇas, el rey Vena, el padre de Pṛthu Mahārāja, fue matado por los brāhmaṇas. Por lo tanto, Pṛthu Mahārāja sabía muy bien que a él le correspondía gobernar el planeta como sirviente de los brāhmaṇas y las personas santas.