ES/SB 6.9 El resumen


Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


Como se explica en este capítulo, Indra, el rey del cielo, mató a Viśvarūpa; el padre de Viśvarūpa celebró entonces un yajña destinado a matar a Indra. Los semidioses, al ver a Vṛtrāsura surgir del yajña, buscaron asustados el refugio de la Suprema Personalidad de Dios y Le glorificaron.

Viśvarūpa, por el afecto que sentía por los demonios, les entregaba en secreto los remanentes del yajña. Indra, en cuanto lo supo, decapitó a Viśvarūpa, aunque más tarde lamentó haberlo hecho, pues Viśvarūpa era un brāhmaṇa. Indra sabía neutralizar las reacciones del pecado de matar a un brāhmaṇa, pero no lo hizo, sino que prefirió sufrir las consecuencias. Más tarde las repartió entre la Tierra, el agua, los árboles y las mujeres en general. La Tierra aceptó una cuarta parte de esas reacciones pecaminosas; por esa razón, parte de ella se transformó en desierto. Otra cuarta parte de las reacciones la recibieron los árboles, que desde entonces rezuman savia; está prohibido beber esa savia. Las mujeres, que aceptaron otra cuarta parte de las reacciones, son intocables durante el período menstrual. Por último, también el agua se contaminó de reacciones pecaminosas, de modo que, si presenta burbujas en su superficie, no puede utilizarse con ninguna finalidad.

Tras la muerte de Viśvarūpa, su padre, Tvaṣṭā, celebró un sacrificio para matar al rey Indra. Sin embargo, si hay irregularidades en el canto de los mantras el resultado es contrario al que se desea. Así ocurrió en la ejecución de yajña de Tvaṣṭā. En su sacrificio para matar a Indra, Tvaṣṭā cantó un mantra para aumentar los enemigos de Indra; sin embargo, no pronunció bien el mantra, y del sacrificio se generó un asura llamado Vṛtrāsura, cuyo enemigo era Indra. Cuando Vṛtrāsura surgió del sacrificio, su feroz aspecto aterrorizó al mundo entero; su refulgencia personal reducía el poder de los semidioses. Sin hallar otro medio de protección, los semidioses comenzaron a adorar a la Suprema Personalidad de Dios, que es el disfrutador del resultado de todos los sacrificios y es supremo en todo el universo. Los semidioses Lo adoraron porque, en última instancia, nadie más que Él puede proteger a la entidad viviente del miedo y el peligro. El hecho de tratar de refugiarse en un semidiós, en lugar de adorar a la Suprema Personalidad de Dios, se compara a tratar de cruzar el océano agarrándose de la cola de un perro. Los perros saben nadar, pero eso no significa que podamos atravesar el océano agarrándonos de la cola de un perro.

Complacido con los semidioses, la Suprema Personalidad de Dios les aconsejó que acudiesen a Dadhīci y que le pidiesen los huesos de su propio cuerpo. Dadhīci satisfaría el ruego de los semidioses, y con ayuda de sus huesos podrían matar a Vṛtrāsura.