ES/SB 8.16.22


Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


TEXTO 22

śrī-aditir uvāca
kenāhaṁ vidhinā brahmann
upasthāsye jagat-patim
yathā me satya-saṅkalpo
vidadhyāt sa manoratham


PALABRA POR PALABRA

śrī-aditiḥ uvāca—Śrīmatī Aditi comenzó a orar; kena—con qué; aham—yo; vidhinā—con principios regulativos; brahman—¡oh, brāhmaṇa!; upasthāsye—puedo complacer; jagat-patim—al Señor del universo, Jagannātha; yathā—por medio del cual; me—mío; satya-saṅkalpaḥ—deseo pueda verse realmente satisfecho; vidadhyāt—pueda satisfacer; saḥ—Él (el Señor Supremo); manoratham—ambiciones o deseos.


TRADUCCIÓN

Śrīmatī Aditi dijo: ¡Oh, brāhmaṇa!, dime qué principios regulativos debo seguir para adorar al amo supremo del mundo, de forma que el Señor Se complazca conmigo y satisfaga todos mis deseos.


SIGNIFICADO

Dice el refrán: «El hombre propone y Dios dispone». Así, una persona puede desear muchas cosas, pero, sin la aprobación de la Suprema Personalidad de Dios, no podrá ver satisfechos sus deseos. La satisfacción de los deseos se denomina satya-saṅkalpa; esa palabra es muy importante en este verso. Aditi se refugió en la misericordia de su esposo, para que él le indicase la manera de adorar a la Suprema Personalidad de Dios y así ver satisfechos todos sus deseos. Cuando el discípulo toma la decisión de adorar al Señor Supremo, el maestro espiritual le marca las directrices a seguir. El discípulo no puede imponerse al maestro espiritual, del mismo modo que el paciente no puede exigir al médico que le recete una determinada medicina. Ese es el comienzo de la adoración de la Suprema Personalidad de Dios. Como se confirma en el Bhagavad-gītā (7.16):


catur-vidhā bhajante māṁ
janāḥ sukṛtino 'rjuna
ārto jijñāsur arthārthī
jñānī ca bharatarṣabha


«¡Oh, tú, el mejor de los Bhāratas!, cuatro clases de hombres piadosos comienzan a ofrecerme servicio devocional: el afligido, el que desea riquezas, el inquisitivo, y el que busca conocimiento acerca del Absoluto». Aditi era ārta, una persona afligida. Estaba sufriendo mucho porque sus hijos, los semidioses, lo habían perdido todo. Así pues, quería refugiarse en la Suprema Personalidad de Dios siguiendo las indicaciones de su esposo, Kaśyapa Muni.