ES/SB 9.11.19


Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


TEXTO 19

smaratāṁ hṛdi vinyasya vi
ddhaṁ daṇḍaka-kaṇṭakaiḥ
sva-pāda-pallavaṁ rāma
ātma-jyotir agāt tataḥ


PALABRA POR PALABRA

smaratām—de personas que siempre piensan en Él; hṛdi—en lo más hondo del corazón; vinyasya—situar; viddham—heridos; daṇḍaka-kaṇṭakaiḥ—por las espinas del bosque de Daṇḍakāraṇya (cuando el Señor Rāmacandra vivía en él); sva-pāda-pallavam—los pétalos de Sus pies de loto; rāmaḥ—el Señor Rāmacandra; ātma-jyotiḥ—los rayos de Su lustre corporal, denominado brahmajyoti; agāt—entró; tataḥ—más allá del brahmajyoti, en Su propio planeta Vaikuṇṭha.


TRADUCCIÓN

Después de completar el sacrificio, el Señor Rāmacandra, cuyos pies de loto habían sido a veces heridos por las espinas del bosque de Daṇḍakāraṇya, posó esos pies de loto en los corazones de quienes siempre piensan en Él. Seguidamente entró en Su morada personal, el planeta Vaikuṇṭha que está más allá del brahmajyoti.


SIGNIFICADO

Los pies de loto del Señor son siempre tema de meditación para los devotos. Cuando el Señor Rāmacandra caminaba por el bosque de Daṇḍakāraṇya, a veces Sus pies de loto se pinchaban con las espinas. Al pensar en esto, los devotos se desmayan. El Señor no siente dolor ni placer por causa de las acciones y reacciones del mundo material, pero los devotos no pueden soportar que los pies de loto del Señor sufran el pinchazo de una espina. Esa era la actitud de las gopīs cuando pensaban que Kṛṣṇa caminaba por el bosque sufriendo en Sus pies de loto el pinchazo de las piedrecitas y granos de arena. Ese malestar en el corazón del devoto es algo que ni los karmīs, ni los jñānīs, ni los yogīs pueden entender. Los devotos, que no podían soportar siquiera la idea de que los pies de loto del Señor sufriesen el pinchazo de una espina, padecían una nueva angustia al pensar en la partida del Señor, pues, tras completar Sus pasatiempos en el mundo material, el Señor tenía que regresar a Su morada.

La palabra ātma-jyotiḥ es significativa. El brahmajyoti, tan apreciado por los jñānīs, es decir, por los filósofos monistas que desean entrar en él para liberarse, no es otra cosa que los rayos del cuerpo del Señor.


yasya prabhā prabhavato jagad-aṇḍa-koṭi-
koṭiṣv aśeṣa-vasudhādi-vibhūti-bhinnam
tad brahma niṣkalam anantam aśeṣa-bhūtaṁ
govindam ādi-puruṣaṁ tam ahaṁ bhajāmi


«Yo adoro a Govinda, el Señor primigenio, que está dotado de gran poder. La brillante refulgencia de Su forma trascendental es el Brahman impersonal, que es absoluto, completo e ilimitado, y que manifiesta la diversidad de incontables planetas, con sus diferentes opulencias, en millones y millones de universos» (Brahma-saṁhitā 5.40). El brahmajyoti es el comienzo del mundo espiritual, y más allá del brahmajyoti están los planetas Vaikuṇṭhas. En otras palabras, el brahmajyoti se sitúa en el exterior de los planetas Vaikuṇṭhas, del mismo modo que la luz del Sol es exterior al Sol. Para entrar en el planeta solar, es necesario pasar a través de la luz solar; del mismo modo, cuando el Señor o Sus devotos entran en los planetas Vaikuṇṭhas, lo hacen a través del brahmajyoti. Los jñānīs, los filósofos monistas, no pueden entrar en los planetas Vaikuṇṭhas, porque se lo impide su concepto impersonal del Señor; pero tampoco pueden residir eternamente en el brahmajyoti, de modo que, al cabo de un tiempo, vuelven a caer al mundo material. Āruhya kṛcchreṇa paraṁ padaṁ tataḥ patanty adho 'nādṛta-yuṣmad aṅghrayaḥ (Bhāg. 10.2.32). Los planetas Vaikuṇṭhas están cubiertos por el brahmajyoti, de modo que, para poder comprender correctamente esos planetas Vaikuṇṭhas, es necesario ser un devoto puro.