ES/SB 1.9.45: Difference between revisions

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A Bhīṣmadeva lo respetaban tanto los seres humanos como los semidioses. Los seres humanos viven en la Tierra y otros planetas similares de los grupos de planetas Bhūr y Bhuvar, pero los semidioses viven en el Svar, o en los planetas celestiales, y todos ellos conocían a Bhīṣmadeva como un gran guerrero y devoto del Señor. Como mahājana (o autoridad), él estaba en el nivel de Brahmā, Nārada y Śiva, aunque era un ser humano. Poseer una aptitud a la par de los grandes semidioses, únicamente es posible al alcanzar la perfección espiritual. Así pues, Bhīṣmadeva era conocido por todos los universos, y en su tiempo los viajes interplanetarios se efectuaban mediante métodos más finos que  los vanos esfuerzos de las astronaves mecánicas. Cuando los planetas distantes fueron informados de la muerte de Bhīṣmadeva, todos los habitantes de los planetas superiores, así como también los de la Tierra, dejaron caer lluvias de flores, para ofrecerle el debido respeto a la gran personalidad que había partido. Esa lluvia de flores que se realiza desde el cielo es una señal de reconocimiento que hacen los grandes semidioses, y nunca debe compararse con la decoración de un cuerpo muerto. El cuerpo de Bhīṣmadeva perdió sus efectos materiales por estar sobrecargado de comprensión espiritual, y por ello el cuerpo se espiritualizó, tal como cuando el hierro se pone al rojo vivo por el contacto con el fuego. Así pues, el cuerpo de un alma plenamente autorrealizada no se considera material. Para tales cuerpos espirituales se observan ceremonias especiales. El respeto y el reconocimiento que se le dieron a Bhīṣmadeva nunca deben ser imitados por medios artificiales, tal como la moda que hay ahora de observar la mal llamada ceremonia jayantī para cualquier hombre común. Según los śāstras autorizados, esa clase de ceremonia jayantī para un hombre ordinario, por excelso que este pueda ser desde el punto de vista material, es una ofensa que se le hace al Señor, porque el jayantī se reserva para celebrar el día en que el Señor aparece en la Tierra. Bhīṣmadeva era único en sus actividades, y su partida para el Reino de Dios también es única.
A Bhīṣmadeva lo respetaban tanto los seres humanos como los semidioses. Los seres humanos viven en la Tierra y otros planetas similares de los grupos de planetas Bhūr y Bhuvar, pero los semidioses viven en el Svar, o en los planetas celestiales, y todos ellos conocían a Bhīṣmadeva como un gran guerrero y devoto del Señor. Como ''mahājana'' (o autoridad), él estaba en el nivel de Brahmā, Nārada y Śiva, aunque era un ser humano. Poseer una aptitud a la par de los grandes semidioses, únicamente es posible al alcanzar la perfección espiritual. Así pues, Bhīṣmadeva era conocido por todos los universos, y en su tiempo los viajes interplanetarios se efectuaban mediante métodos más finos que  los vanos esfuerzos de las astronaves mecánicas. Cuando los planetas distantes fueron informados de la muerte de Bhīṣmadeva, todos los habitantes de los planetas superiores, así como también los de la Tierra, dejaron caer lluvias de flores, para ofrecerle el debido respeto a la gran personalidad que había partido. Esa lluvia de flores que se realiza desde el cielo es una señal de reconocimiento que hacen los grandes semidioses, y nunca debe compararse con la decoración de un cuerpo muerto. El cuerpo de Bhīṣmadeva perdió sus efectos materiales por estar sobrecargado de comprensión espiritual, y por ello el cuerpo se espiritualizó, tal como cuando el hierro se pone al rojo vivo por el contacto con el fuego. Así pues, el cuerpo de un alma plenamente autorrealizada no se considera material. Para tales cuerpos espirituales se observan ceremonias especiales. El respeto y el reconocimiento que se le dieron a Bhīṣmadeva nunca deben ser imitados por medios artificiales, tal como la moda que hay ahora de observar la mal llamada ceremonia ''jayantī'' para cualquier hombre común. Según los ''śāstras'' autorizados, esa clase de ceremonia ''jayantī'' para un hombre ordinario, por excelso que este pueda ser desde el punto de vista material, es una ofensa que se le hace al Señor, porque el ''jayantī'' se reserva para celebrar el día en que el Señor aparece en la Tierra. Bhīṣmadeva era único en sus actividades, y su partida para el Reino de Dios también es única.
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Latest revision as of 16:40, 18 April 2024


Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


TEXTO 45

tatra dundubhayo nedur
deva-mānava-vāditāḥ
śaśaṁsuḥ sādhavo rājñāṁ
khāt petuḥ puṣpa-vṛṣṭayaḥ


PALABRA POR PALABRA

tatra—después; dundubhayaḥ—tambores; neduḥ—se hicieron sonar; deva—los semidioses de otros planetas; mānava—hombres de todos los países; vāditāḥ—golpeados por; śaśaṁsuḥ—elogiaron; sādhavaḥ—honesto; rājñām—por la orden real; khāt—del cielo; petuḥ—comenzaron a caer; puṣpa-vṛṣṭayaḥ—lluvias de flores.


TRADUCCIÓN

Después, tanto los hombres como los semidioses tocaron tambores en su honor, y la honesta orden real dio comienzo a demostraciones de honor y respeto. Y del cielo cayeron lluvias de flores.


SIGNIFICADO

A Bhīṣmadeva lo respetaban tanto los seres humanos como los semidioses. Los seres humanos viven en la Tierra y otros planetas similares de los grupos de planetas Bhūr y Bhuvar, pero los semidioses viven en el Svar, o en los planetas celestiales, y todos ellos conocían a Bhīṣmadeva como un gran guerrero y devoto del Señor. Como mahājana (o autoridad), él estaba en el nivel de Brahmā, Nārada y Śiva, aunque era un ser humano. Poseer una aptitud a la par de los grandes semidioses, únicamente es posible al alcanzar la perfección espiritual. Así pues, Bhīṣmadeva era conocido por todos los universos, y en su tiempo los viajes interplanetarios se efectuaban mediante métodos más finos que los vanos esfuerzos de las astronaves mecánicas. Cuando los planetas distantes fueron informados de la muerte de Bhīṣmadeva, todos los habitantes de los planetas superiores, así como también los de la Tierra, dejaron caer lluvias de flores, para ofrecerle el debido respeto a la gran personalidad que había partido. Esa lluvia de flores que se realiza desde el cielo es una señal de reconocimiento que hacen los grandes semidioses, y nunca debe compararse con la decoración de un cuerpo muerto. El cuerpo de Bhīṣmadeva perdió sus efectos materiales por estar sobrecargado de comprensión espiritual, y por ello el cuerpo se espiritualizó, tal como cuando el hierro se pone al rojo vivo por el contacto con el fuego. Así pues, el cuerpo de un alma plenamente autorrealizada no se considera material. Para tales cuerpos espirituales se observan ceremonias especiales. El respeto y el reconocimiento que se le dieron a Bhīṣmadeva nunca deben ser imitados por medios artificiales, tal como la moda que hay ahora de observar la mal llamada ceremonia jayantī para cualquier hombre común. Según los śāstras autorizados, esa clase de ceremonia jayantī para un hombre ordinario, por excelso que este pueda ser desde el punto de vista material, es una ofensa que se le hace al Señor, porque el jayantī se reserva para celebrar el día en que el Señor aparece en la Tierra. Bhīṣmadeva era único en sus actividades, y su partida para el Reino de Dios también es única.