ES/SB 9.18.39
TEXTO 39
- mātāmaha-kṛtāṁ vatsa
- na tṛpto viṣayeṣv aham
- vayasā bhavadīyena
- raṁsye katipayāḥ samāḥ
PALABRA POR PALABRA
mātāmaha-kṛtām—dada por tu abuelo materno, Śukrācārya; vatsa—mi querido hijo; na—no; tṛptaḥ—satisfecho; viṣayeṣu—en la vida sexual, la complacencia de los sentidos; aham—yo (estoy); vayasā—por edad; bhavadīyena—de Tu Gracia; raṁsye—yo disfrutaré de la vida sexual; katipayāḥ—por unos pocos; samāḥ—años.
TRADUCCIÓN
Mi querido hijo, aún no he satisfecho mis deseos sexuales. Pero si tú fueras bondadoso conmigo, podrías aceptar la vejez que tu abuelo materno me ha impuesto y yo tomaría tu juventud para disfrutar de la vida durante algunos años más.
SIGNIFICADO
Esa es la naturaleza de los deseos de disfrute. En el Bhagavad-gītā (7.20), se dice: kāmais tais tair hṛta-jñānāḥ: Quien está demasiado apegado a la complacencia de los sentidos pierde su buen juicio. La palabra hṛta-jñānāḥ se refiere a alguien que ha perdido el buen juicio. He aquí un ejemplo: el desvergonzado padre pide a su hijo que le cambie la juventud por su vejez. Por supuesto, el mundo entero se halla bajo la influencia de esa ilusión. Por eso se dice que todos somos pramattaḥ, exclusivamente locos. Nūnaṁ pramattaḥ kurute vikarma: La persona que se vuelve prácticamente loca, se entrega a la vida sexual y al placer de los sentidos. No obstante, la vida sexual y la complacencia de los sentidos pueden controlarse; la perfección se alcanza cuando no se tienen deseos sexuales, lo cual solo es posible en el estado de conciencia de Kṛṣṇa plena.
- yadavadhi mama cetaḥ kṛṣṇa-pādāravinde
- nava-nava-rasa-dhāmany udyataṁ rantum āsīt
- tadavadhi bata nārī-saṅgame smaryamāne
- bhavati mukha-vikāraḥ suṣṭhu-niṣṭhīvanaṁ ca
«Desde que me ocupo en el servicio amoroso trascendental de Kṛṣṇa, saboreando en Él
un placer siempre nuevo, cuando pienso en el placer sexual, escupo en el pensamiento,
y mis labios se tuercen con asco». El deseo sexual solo se puede detener cuando somos
totalmente conscientes de Kṛṣṇa; no hay otra manera. Mientras sintamos deseos sexuales, tendremos que transmigrar de un cuerpo a otro para disfrutar de la vida sexual en
diferentes especies y formas. Puede que las formas sean distintas, pero la ocupación, la
vida sexual, es la misma. Por eso las Escrituras dicen: punaḥ punaś carvita-carvaṇānām:
Las personas que están muy apegadas a la vida sexual transmigran de un cuerpo a
otro, siempre con la misma ocupación de «masticar lo ya masticado», probando el
mismo sabor del disfrute sexual en un cuerpo de perro, de cerdo, de semidiós, y así
sucesivamente.