ES/SB 1.9.14


Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


TEXTO 14

sarvaṁ kāla-kṛtaṁ manye
bhavatāṁ ca yad-apriyam
sapālo yad-vaśe loko
vāyor iva ghanāvaliḥ


PALABRA POR PALABRA

sarvam—todo esto; kāla-kṛtam—realizado por el ineludible factor tiempo; manye—yo creo; bhavatām ca—para ustedes también; yat—cualquier cosa; apriyam—detestable; sa-pālaḥ—con los soberanos; yat-vaśe—bajo el control de ese tiempo; lokaḥ—todo el mundo en cada planeta; vāyoḥ—el viento transporta; iva—como; ghana-āvaliḥ—una hilera de nubes.


TRADUCCIÓN

En mi opinión, todo esto se debe al ineludible factor tiempo, bajo cuyo control se conduce todo el mundo en cada planeta, tal como a las nubes las lleva el viento.


SIGNIFICADO

Así como existe el control del tiempo por todos los planetas, así mismo existe el control del tiempo por todo el espacio del universo. A todos los grandes y gigantescos planetas, incluso al Sol, los controla la fuerza del aire, tal como esa misma fuerza empuja a las nubes. De manera similar, el ineludible kāla, o el tiempo, controla incluso la acción del aire y los demás elementos. Todo, entonces, es controlado por el supremo kāla, un poderoso representante del Señor dentro del mundo material. Así pues, Yudhiṣṭhira no debía lamentar la inconcebible acción del tiempo. Todo el mundo tiene que tolerar las acciones y reacciones del tiempo, mientras se encuentre en el ámbito de las condiciones del mundo material. Yudhiṣṭhira no debía pensar que había cometido pecados en su nacimiento anterior y que estaba sufriendo las consecuencias de ello. Hasta el más piadoso tiene que sufrir la condición de la naturaleza material. Pero un hombre piadoso le es fiel al Señor, pues a él lo guía el brāhmaṇa y vaiṣṇava genuino que sigue los principios religiosos. Estos tres principios directores deben ser el objetivo de la vida. Uno no debe dejarse perturbar por los trucos del tiempo eterno. Hasta el gran controlador del universo, Brahmājī, se halla también bajo el control de ese tiempo; por lo tanto, uno no debe molestarse por el hecho de estar controlado por el tiempo, pese a ser un verdadero seguidor de principios religiosos.